La Dra. Ana González-Cordón, del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Clínic de Barcelona, nos explica en la siguiente entrevista su experiencia en torno al COVID-19 desde su labor asistencial.

¿Cómo ha sido su trabajo desde que el COVID-19 irrumpió en nuestro ámbito?

Trabajo en la Unidad de VIH del servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Clínic de Barcelona, así que nuestro centro llevaba semanas atendiendo a los primeros casos confirmados de COVID-19 en nuestra área y adaptándose al progresivo aumento de casos sospechosos y confirmados. Al llegar el aumento exponencial de casos, nuestro hospital al igual que otros centros, fue reorganizando la actividad para adaptarse a las necesidades asistenciales, inicialmente gracias al esfuerzo conjunto de los servicios de Enfermedades Infecciosas y Salud Internacional, a los que progresivamente se fueron añadiendo compañeros de otros servicios.

A nivel personal, mi actividad asistencial ha cambiado sustancialmente durante estas semanas. Habitualmente centrada en la atención a personas que viven con el VIH (PVVIH) e infecciones de transmisión sexual, durante estas semanas he estado volcada en la atención a pacientes con COVID-19 hospitalizados. La intensidad de la actividad asistencial de estos días, el trabajo con compañeros de diversas especialidades o el intentar mantener la mayor calidad asistencial a pesar de las circunstancias, han supuesto retos importantes, pero al mismo tiempo experiencias muy enriquecedoras.

¿Qué es lo más complicado que está encontrado en su labor asistencial?

Más allá de la importante carga asistencial que estamos sufriendo estas semanas, con el desgaste físico y emocional que supone, creo que uno de los aspectos más complicados con los que nos estamos enfrentando es el aislamiento que mantienen los pacientes de sus familias. Esto supone situaciones enormemente complicadas de gestionar desde un punto de vista emocional. Asimismo, el que varios compañeros vayan “cayendo” (tengan resultados positivos para COVID-19), te transmite una cierta sensación de vulnerabilidad, con la que tenemos que aprender a convivir.

Un aspecto del que se habla poco y me gustaría resaltar, es el apoyo imprescindible que estamos teniendo de nuestras familias. En mi caso, la total implicación de mi pareja, haciendo equilibrios entre el teletrabajo y la escuela en casa para nuestros dos hijos, me ha permitido concentrarme en el trabajo en el hospital de una forma que hubiera sido inviable en estos tiempos de conciliación imposible.

¿Le ha servido la experiencia ante el VIH para abordar este nuevo coronavirus?

El miedo ante lo que no conocemos aún de este virus, la virulencia que adquiere en algunas personas recuerda un poco a las primeras épocas del VIH. La respuesta de las personas que nos dedicamos a las enfermedades infecciosas ha sido también como entonces, encomiable, anteponiendo ante todo la atención a los pacientes afectados.

Las personas que nos dedicamos a la atención de PVVIH estamos acostumbradas a trabajar en equipo con microbiólogos y colegas de otras especialidades y esa experiencia creo que nos acompaña en la coordinación y gestión de la situación actual.

 ¿Ha tratado a pacientes VIH con COVID-19? ¿Presentaban alguna peculiaridad en su respuesta al virus?

Los datos de que disponemos hasta ahora no muestran que las PVVIH tengan mayor riesgo de COVID-19 ni que presenten cuadros diferentes a los descritos, ni de mayor gravedad. Aunque es cierto que hay pocos datos publicados, nuestra experiencia con PVVIH que han ingresado por COVID-19 en nuestro centro refuerza esta impresión.

 Junto a la atención de los pacientes, en esta situación no se está dejando de lado la labor científica. ¿Cuáles son los datos más relevantes que se extraen de los trabajos de investigación en los que participa su centro?

Dado que se trata de una infección completamente nueva y desconocida hasta hace pocos meses, nos encontramos con un vacío de información validada muy importante. A pesar de que se está produciendo un aluvión continuo de artículos sobre COVID-19, aún faltan datos de estudios potentes bien diseñados y conducidos sobre las diferentes opciones terapéuticas. Esto supone que tengamos que tomar decisiones sobre si utilizar determinados fármacos o no sin tener datos científicamente sólidos para guiar nuestras decisiones.

Nuestro centro está participando en diversos estudios, tanto propios como colaboraciones internacionales. Empezamos a tener datos de algunos de ellos, pero la mayoría están aún en desarrollo. Participamos en un estudio internacional que acaba de anunciar resultados preliminares positivos con remdesivir, pero tendremos que esperar a los resultados finales para poder analizar los datos en profundidad.

Tenemos también estudios en marcha con fármacos inmunomoduladores, con los que estamos teniendo una percepción muy positiva, pero tendremos que esperar a poder analizar bien los datos para poder extraer conclusiones sólidas.

Es muy importante que empecemos a disponer de datos de estudios randomizados con buenos diseños y realización para poder tener respuestas sobre aspectos clínicamente fundamentales en estos momentos.

¿Qué errores y aciertos considera que se han cometido en el abordaje del COVID-19, y qué aprendizaje saca de esta experiencia?

Creo que todos pecamos de un exceso de confianza inicial, pero esto siempre es fácil de decir a posteriori. Nadie quería imaginar que pudiera alcanzar las dimensiones que finalmente ha adquirido.

Es importante resaltar la enorme capacidad que ha tenido el sistema público de salud para adaptarse al incremento exponencial de la necesidad asistencial tanto de plantas convencionales como de unidades de críticos. Y eso, a pesar de los recortes de los últimos años y la baja inversión en sanidad de nuestro país, en comparación con otros países europeos. Y que se ha logrado, no sin dificultades, gracias a la enorme implicación de todo el personal que trabaja en sanidad, desde las médicas y enfermeras que han estado en primera línea, como personal de limpieza, administrativas, personal de logística y muchos otros sin los que la respuesta de los centros sanitarios no podría haber sido la misma.

Tengo la impresión de que ha faltado una mayor coordinación a nivel de las administraciones, sobre todo en determinados momentos y en determinados lugares. Y creo también que es imprescindible contar con la valoración de expertos, también clínicos, a la hora de tomar decisiones a nivel político con un potencial impacto en la evolución de la pandemia.

Desgraciadamente, tendremos que aprender a convivir con el SARS-CoV-2, así que ahora que se está empezando a avanzar en la desescalada, creo que es fundamental que no olvidemos las medidas de prevención. Parece que estas semanas han servido para recordar a toda la sociedad la importancia de tener una sanidad e investigación públicas potentes. Espero que el paso de los días no nos haga olvidar todo lo que hemos aprendido en estos tiempos convulsos.