El Dr. José Ramón Arribas, jefe de Enfermedades Infecciosas del Hospital La Paz y secretario de la Junta Directiva de GeSIDA, coordina dos importantes estudios sobre COVID-19 que cuentan con el apoyo de la Fundación SEIMC-GeSIDA, que también colabora en la organización de otros tantos trabajos de investigación sobre el coronavirus. En esta entrevista, El Dr. Arribas subraya la importancia de la vocación y la labor científica de nuestros compañeros, más si cabe ante una infección emergente de un trascendental impacto como es este coronavirus.

Es coordinador de los estudios PanCOVID19 y COVID-19@Spain. ¿Qué objetivos se persiguen en ambos ensayos y cuáles son los principales resultados obtenidos hasta el momento?

Con COVID-19@Spain se aspira a contar con la cohorte más grande sobre COVID-19 en España. Están colaborando 120 centros y se cuenta con datos de más de 4.000 pacientes. Es un proyecto que iniciamos el Dr. Juan Berenguer y yo y al que se han sumado como coordinadores los doctores Jesús Rodríguez Baño, Jerónimo Pachón, Jordi Carratalá, Pablo Ryan e Inmaculada Jarrín. La recogida de datos se ha conseguido hacer muy rápido y se prevé que muy pronto se publiquen resultados en una revista de alto impacto. La Fundación SEIMC-GeSIDA ha jugado un papel esencial para conseguir agilizar al máximo la realización de este ensayo, que nos permitirá contar con una fotografía amplia y representativa del estado del coronavirus en nuestro país.

Por su parte, con PanCOVID19 pretendemos identificar tratamientos y estrategias eficaces para el manejo de la neumonía grave asociada al SARS-CoV-2. En el ensayo clínico estamos evaluando como opciones de tratamiento hidroxicloroquina, lopinavir/ritonavir, hidroxicloroquina + azitromicina y emtricitabina/tenofovir. En aquellos pacientes que no evolucionen adecuadamente, a partir del tercer día de tratamiento, son aleatorizados a baricitinib o a metilprednisolona. Junto a la adulta, también se ha incluido una cohorte de población pediátrica, siendo el único ensayo clínico pediátrico actualmente activo en nuestro país para COVID-19. Hasta el momento hemos conseguido reclutar medio centenar de pacientes.

La conciencia científica es una constante entre nuestros compañeros. ¿Situaciones como la que estamos viviendo ha avivado la labor de investigación?

La investigación forma parte del ADN de los integrantes de GeSIDA, de SEIMC en general, y gracias a la consolidada estructura de colaboración en red se ha conseguido actuar muy rápido en unas circunstancias tan catastróficas. Muchos de los compañeros que se han contagiado por el virus han aprovechado incluso su periodo de baja para introducir datos de pacientes en nuestros ensayos. Es un gesto que dice mucho de nuestra vocación y sensibilidad científica.

A la hora de abordar esta pandemia, ¿ha sido de utilidad la experiencia acumulada durante años en el VIH? ¿Qué similitudes y diferencias más destacables ha observado en el comportamiento de un virus respecto al otro?

La experiencia en crisis sanitarias precedentes nos ha ayudado mucho y es innegable que el VIH nos ha dado una base muy buena. De hecho, el COVID-19 ha sido como un VIH a cámara rápida, con grandes semejanzas en común en lo relativo a las necesidades que ha planteado el virus, la ausencia de tratamientos específico, la necesidad de tener que desarrollarlo y generar literatura científica específica, el riesgo del personal sanitario… Esta pandemia, junto a la del VIH, es la más grande que he vivido en mis años de trayectoria profesional, si bien en el virus del SIDA afectaba a algunos colectivos y este coronavirus afecta a todos.

¿Cómo valora la respuesta planteada ante el virus?

Ha sido, en términos generales, un gran fracaso. Nuestro sistema epidemiológico en España, el ECDC y el CDC infraestimaron el riesgo epidémico que representa este nuevo coronavirus. Es un hecho que tenemos que asumir todos. Aún conservo los primeros informes que se emitieron, en los que se recogía que el virus representaba un riesgo bajo. La perspectiva más realista ha sido la de la OMS. Incluso los hospitales fuimos conscientes antes que otros estamentos de la gravedad de la situación a la que nos enfrentábamos y los problemas que se podrían generar. Para el mejor sistema sanitario del mundo, una situación como la sobrevenida con este virus podía sobrepasarle. La sanidad española, que ya estaba al límite de sus capacidades en su actividad ordinaria, se ha colapsado ante esta situación.

De la experiencia que estamos acumulando ante el COVID-19, ¿qué enseñanza debemos extraer?

La necesidad de reforzar nuestro sistema sanitario, nuestra salud pública, de disponer de un sistema de información que nos permita contar con datos fidedignos ante situaciones como la que estamos viviendo, así como tener una capacidad mínima de producción de materiales de protección. Hay que aprender de las crisis, y en esta situación ha quedado patente que los países deben tener una reserva estratégica de este tipo de productos. Y por supuesto, aspirar a contar con un tejido de investigación robusto y similar al de otros países de nuestro entorno, como el caso de Alemania, por ejemplo.

VIH, ébola, COVID-19, otros coronavirus anteriores…Ante la experiencia acumulada en todas estas situaciones, ¿qué más argumentos cree que harán falta para justificar la especialidad de Enfermedades Infecciosas?

Creo que no hacían falta más argumentos de los ya existentes para conseguir la especialidad. Es inadmisible e imposible de explicar que no exista aún. Quien pensara que las enfermedades infecciosas podían desaparecer creo que ha tenido su respuesta con la pandemia del COVID-19.

Nos enfrentamos a enfermedades cada vez más complejas que precisan de la colaboración de diversas especialidades. En estos días estamos desempeñando un rico trabajo de colaboración con muchas especialidades y también con Atención Primaria, ya que el COVID-19 presenta aspectos de infecciosas, de medicina interna de autoinmunes, de cardiología, de respiratorias, etc. Es tiempo de sumar y no de confrontar.